Gotas de agua
16. Una nueva etapa

16. Una nueva etapa


Ya hace siete meses de la operación. Me parece increíble. Como si hiciera mucho y muy poco tiempo a la vez. Como si aún estuviera muy presente y, al mismo tiempo, ya no me acordase bien del todo. Creo que poco a poco la operación se ha ido transformando en algo que siento como parte de mí, pero de lo que ya no puedo hablar de manera concreta. Es algo así como que ya pasó. Ya quedó atrás. La operación me ha cambiado. Siento que, conmigo misma, estoy dónde quiero estar, en una etapa de menstruación consciente, de cercanía con mi cuerpo. Siento que tengo las bases sentadas para seguir construyendo, que tengo herramientas y conocimiento para ayudarme cuando lo necesite. Ya no estoy ni perdida, ni rendida, ni desesperada. Tampoco ciega. Incluso me atrevo a decir que tengo las bases necesarias para guiar a otras mujeres y personas que menstrúan si fuera necesario. Aunque todas seamos diferentes, creo que una parte importante del camino es querer recorrerlo, aunque sea difícil, aunque tengamos miedo, teniendo voluntad y confianza en el proceso de transformación.

Desde la operación me ha venido la regla seis veces. Tras leer a las autoras que menciono al final de la entrada anterior (lo que comemos), he empezado a tomarme la temperatura basal por la mañana para rastrear mi ovulación. Me pongo el termómetro debajo de la lengua cuando me despierto, antes de desperezarme, antes de hablar, antes de salir de la cama, antes de hacer las respiraciones, antes de nada. Al principio me olvidaba muchos días, ahora ya casi no me olvido y mis curvas de temperatura no tienen casi valores ausentes. Como tengo síndrome de ovarios poliquísticos, para mí es muy importante saber si ovulo, porque como dice Lara Briden, ovular es lo que hace que se produzcan las hormonas. Sin ovulación no hay hormonas, y sin hormonas, la biología pierde el equilibrio.

Como parte de este seguimiento, también me he vuelto más consciente de la textura de mi flujo vaginal y de cómo va cambiando durante el ciclo y se vuelve más elástico y viscoso en el momento de ovular. Antes de todo esto, ya me había dado cuenta de que no era siempre igual, pero no sabía interpretarlo y hacer una relación directa con mi estado hormonal. Me parece súper interesante. Observarse, entender e interpretar. Es un conocimiento que me genera confianza y alivio.

La otra cosa que he empezado a hacer de vez en cuando en la ducha, es introducirme el dedo corazón en la vagina para tocar el cérvix y familiarizarme con su posición y textura, que también cambian a lo largo del ciclo. Las primeras veces que intentaba encontrarlo, tenía la impresión de que la longitud de mi dedo no era suficiente para alcanzarlo y pensaba que a lo mejor simplemente tenía el cérvix demasiado alto. Pero la duda, y creo que la frustración de la incertidumbre, junto con una cierta curiosidad me hacían seguir intentándolo, ¡hasta que un día al fin lo encontré! Firme y húmedo. Redondo como la punta de un dedo sin uña, y pude notar el orificio que da paso a la cavidad del útero. Desde entonces ya no me cuesta encontrarlo y me he dado cuenta de que no está demasiado alto, sino que no sabía bien cómo identificarlo o saber con certeza si era o no lo que estaba tocando. Son pequeños pasos, pequeños gestos, pequeñas gotas de agua que han ido calmando la sed de conocimiento que tenía. Pequeñas gotas de agua que me hacen brotar y siento que me empoderan.

Además de ahora ser capaz de rastrear cuándo ovulo, otra revelación que he tenido en este proceso de aprendizaje, y que creo que ha sido un elemento clave de este nuevo autoconocimiento, es que cuando la regla tarda en bajar no es porque se retrase la regla, sino porque se retrasa la ovulación. Entre la ovulación y la regla hay unas dos semanas. Mis ciclos son irregulares, y siempre duran más de 28 días. Cuando estoy más regular y me siento mejor suelen durar cinco semanas. Antes de leer los libros pensaba que siempre se ovulaba a mitad del ciclo, lo cual es únicamente cierto si tu ciclo es de manual y dura 28 días, porque la mitad son 14, y coincide con dos semanas.

Varias veces antes de la operación y para entender el estado de mi salud hormonal, me hicieron analíticas para ver si ovulaba. Estas analíticas detectan los niveles de progesterona en sangre y según el manual médico se hacen el día 21, que es una semana después de la ovulación de manual, cuando los niveles de progesterona ya han subido. En un ciclo de 35 días, como el mejor de los míos, la ovulación ocurriría en el día 21, así que en vez que haberme hecho los análisis el día 21, cuando aún no hay progesterona ninguna que detectar, hubiera tenido mucho más sentido hacerlos el día 28. Pero claro, yo esto no lo sabía entonces, y en la consulta no se habla en estos términos, con lo cual, si no eres de manual, el diagnóstico médico de tu función hormonal puede estar totalmente equivocado.

Para ilustrar todo esto un poco mejor, he intentado hacer una representación gráfica en unidades arbitrarias, que compara lo que sería un ciclo menstrual de manual (arriba) con uno de 35 días (abajo), que sería el mejor de los míos. He querido representar los niveles en sangre de las hormonas principales implicadas en el ciclo menstrual y la temperatura basal del cuerpo, que tiene un descenso repentino en el momento de la ovulación para luego continuar con su marcada tendencia al alza.

Niveles hormonales en sangre y temperatura basal para un ciclo de 28 días (arriba) y de 35 días (abajo)

Si ahora tuviera que repetir esas analíticas, estoy segura de que este autoconocimiento podría ayudar a los médicos a realizar un mejor diagnóstico de mi función hormonal. Por supuesto, estoy dando por hecho que me enfrentase a unos médicos dispuestos a escucharme, que ya he experimentado que no siempre es el caso. Y me pregunto por qué estas herramientas de autoconocimiento no tienen mayor difusión y está más al alcance de la mano. ¿Por qué no se habla más de nada de esto tan básico y fácil de poner en práctica y de entender? ¿Por qué no aprendemos a familiarizarnos con los ritmos de nuestros cuerpos desde que somos adolescentes? Podría ayudarnos tanto a entender cómo estamos, a tener control y sentir seguridad.

Rastrear la ovulación tomándome la temperatura me ayuda no solo a saber cómo está mi cuerpo sino también a relacionar la biología con mis emociones. Por ejemplo, me he dado cuenta de que cuando tardo en ovular tengo peor humor, me siento más ansiosa y sensible. Y cuanto más tardo, más se agudizan estas emociones. Y una vez que llega la ovulación, llegan las hormonas y todo pasa, y vuelvo a sentirme ligera, despierta y tranquila. Las hormonas tienen un papel central en nuestro estado emocional, y cuando te vuelves consciente es mucho más fácil observarse desde lejos y darse cuenta de que cómo te sientes tiene que ver con la parte del ciclo en la que estás. A mí me está sirviendo, sobre todo, para relativizar, y para ser más amable conmigo misma. Me siento más segura porque entiendo lo que me está sucediendo, y entonces puedo sonreír y esperar a que la ovulación llegue para darle la vuelta a la tortilla. Después, una vez llega la ovulación, sé que en dos semanas tendré la regla. Y luego, vuelta a empezar.

Creo que, si tuviera que decirlo en pocas palabras, siento que la etapa de la operación ha quedado atrás y que me estoy adentrando en una nueva etapa de menstruación consciente, de intimidad con mi propio cuerpo. Estoy emocionada de empezar esta nueva relación conmigo misma, y creo que me esperan muchos más descubrimientos interesantes, que me voy a seguir conociendo y voy a seguir acercándome cada vez más a mi yo mujer.

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